¿Qué hacer si tu bebé tiene reflujo gastroesofágico?
¿Te preocupa el reflujo gastroesofágico en tu bebé? Durante los primeros años de vida, este trastorno puede acompañarle con cierta frecuencia, sobre todo si no optas por la lactancia materna. ¿Quieres saber qué puedes hacer al respecto?
Es posible que notes que, después de comer, tu bebé vomita o que tengas la sensación de que la leche que ha ingerido le rebosa, y se le sale otra vez por la boca. Esto es lo que conocemos como reflujo gastroesofágico en bebés.
La inmadurez del tracto intestinal en los bebés, la dificultad para hacer correctamente la digestión y la alergia a la leche o a algún tipo de alimento pueden provocar en tu bebé estos síntomas a menudo, lo que conlleva cierta dificultad para lactar y para ganar peso.
Aunque los padres suelen sufrir al ver a sus hijos con este tipo de incomodidad, esta situación no es preocupante si solo sucede después de la toma; pero en caso de que suceda más a menudo, podría comprometer el desarrollo de tu bebé y sería necesario su examen a manos de un pediatra.
A continuación, te contamos qué hacer para bebés con reflujo. ¡Toma nota!
Tabla de Contenidos
Recomendaciones y consejos para bebés con reflujo
En ocasiones, los vómitos que se asocian al reflujo pueden hacernos dudar de cuál es el problema de base. ¿Son debidos al reflujo? ¿La comida no le está sentando bien a nuestro bebé? ¿Tiene alguna otra enfermedad o alergia que esté causando esos vómitos?
Lucia Galán, pediatra y divulgadora científica, cuenta en su blog cuáles son los signos de alarma cuando tu bebé vomita y qué debéis hacer los padres para estar tranquilos.
Por nuestra parte, como especialistas farmacéuticos, te ofrecemos una serie de consejos y recomendaciones de gran ayuda si tu bebés con reflujo.
8 consejos para bebés con reflujo
- No esperes a que llore, responde a tiempo a sus señales de hambre. Atender a sus señales evitará que el bebé se agite, pues cuando llora ya es demasiado tarde. Además, de este modo, no estará tensionado y evitarás que se agarre o succione demasiado fuerte y que trague más aire del habitual. Para evitar esto, intenta aumentar la frecuencia de las tomas. Y si no lo consigues y llegas a esta situación, recuerda que antes de darle de comer, lo primero es calmarle.
- La toma ha de ser a demanda, por lo que no debes ni limitarla ni obligar a tu pequeño a comer más de lo que quiera. Esto debe ser así tanto si se le da el pecho como si toma biberón, pero especialmente hay que tenerlo presente en el segundo caso. No es necesario que se termine el biberón, ya que eso podría causarle el reflujo.
- Tras la toma, no lo coloques en posición horizontal. Si es posible, mantenlo en tus brazos en posición vertical durante al menos 30 minutos. Si necesitas dejarlo en un carro o en la cuna, es importante que sea en una posición de 45 grados con respecto a la posición horizontal, es decir, como mínimo en posición de semirrecostado.
- Coloca su cabeza más alta que el estómago mientras come. De este modo, evitarás que el alimento regrese a la boca por acción de la gravedad.
- Después de cada toma debes procurar que el bebé descanse y se relaje. Evita que se agite y así prevendrás tanto el vómito como el reflujo.
- Durante las tomas, haz que tu bebé eructe al menos dos o tres veces. Si le das biberón, escoge la leche adecuada para tu bebé y elévalo de forma que la tetina esté llena de leche para evitar que le entre aire. Por otro lado, evita utilizar el chupete durante largos períodos, ya que eso también puede introducir aire en el estómago del pequeño.
- Asimismo, te recomendamos que utilices biberones anticólicos que cuenten con tetinas y válvulas anticólicos. Estos biberones son muy útiles para reducir la ingesta de aire, ya que los gases empeorarán el problema.
- La fisioterapia especializada puede ser una gran aliada para resolver ciertos tipos de reflujo. Este puede formar parte de un cuadro cólico y los fisioterapeutas pueden evaluar la hipomovilidad que interfiera de algún modo en la funcionalidad del aparato digestivo.
Con estos consejos y recomendaciones, el reflujo de tu bebé debería mejorar. Sin embargo, si persiste es recomendable llevarlo al pediatra para que sea evaluado y pueda recibir el tratamiento adecuado.
Tratamientos para bebés con reflujo gastroesofágico
Para saber si los tratamientos para reducir el reflujo están indicados en tu bebé, primero es necesario que conozcas las diferencias entre el reflujo y los vómitos que van asociados a otras causas.
En primer lugar, en el caso del vómito suele haber un esfuerzo acompañando este acto, mientras que en el reflujo no sucede. Además, al vomitar, el bebé puede mostrar signos que indican que no se siente bien. En el caso del reflujo su estado será normal, aparentemente, y no presentará este tipo de signos.
No obstante, si el bebé presenta un reflujo frecuente este puede causar irritación tanto en el esófago como en la laringe. Por tanto, durante los episodios de reflujo, el bebé sí puede presentar irritabilidad, un llanto excesivo, agitación, alteraciones del sueño y rechazo a tomar el biberón.
Remedios naturales
En algunas ocasiones, los pediatras pueden recomendar medicamentos que reduzcan o neutralicen el ácido en el estómago de los pequeños, buscando así tratar así los síntomas asociados con el reflujo gastroesofágico.
Pero, además de los tratamientos farmacológicos que pueden prescribir para tu bebé, existen algunos remedios naturales que, a pesar de no acabar por completo con el reflujo, sí que resultan muy útiles para aliviar los síntomas que se puedan producir. Aun así, te recomendamos enérgicamente consultarlo con tu pediatra antes de administrarlos.
Los remedios naturales que presentan mayor efectividad son las infusiones de regaliz y el té de hierbas con una mezcla de manzanilla, malvavisco, caléndula y llantén. Asimismo, se puede añadir una cucharadita de arcilla verde en medio vaso de agua antes de las comidas.
El reflujo, sobre todo en los padres primerizos, es un quebradero de cabeza importante debido al incómodo malestar que supone para los pequeños. No obstante, en la inmensa mayoría de los casos, tan solo se trata de una molestia pasajera que remite una vez que el aparato digestivo del bebé coge fuerza. Por lo tanto, ¡Tranquilidad!
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